Mary Oliver es una poeta celebratoria. En la tradición norteamericana, es Walt Whitman el que resuena cuando pensamos en este tono dentro de un poema. Pero a diferencia de Whitman, la celebración –en Oliver- no es épica, no es vehemente, no es encendida. Es una poesía humilde, anclada en lo cotidiano y lo sencillo, ajena a cualquier expansión innecesaria. Es que, como decía el poeta peruano José Watanabe, “la naturaleza, aún cuando es violenta, no hace aspavientos”. Y la poesía de Oliver no sólo habla de la naturaleza, se parece a ella: en su intensidad austera, en su potencia que no necesita de ningún énfasis extra para conmocionarnos, para causarnos una impresión indeleble.
Claudia Masin
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