William es violinista, pero desde que el nuevo gobierno prohibió la música trabaja redactando epitafios. Molly, su hijita de ocho años, es una niña muda, de espíritu alegre y sumamente inteligente. La ciudad donde viven está regida por un estado totalitario que desaparece personas. La esposa de William, madre de Molly, es una de ellas: no saben dónde está retenida, ni si volverán a verla. Como forma de resistencia, y porque no están dispuestos a que nadie les robe, además, la alegría de vivir, se han inventado una rutina donde el juego y los acertijos, la ternura y el indispensable cuidado son la complicidad de cada día. Cuando a William le llegan noticias de su esposa, quizás no muy confiables, decidirá salir a buscarla y arriesgarse rompiendo el toque de queda. Mientras, Molly quedará a cargo de una pareja de ancianos que esconden en su casa un maravilloso teatro de marionetas.