Una cita tomada de un manual de magia ilusionista definiría este libro, extenso poema fluvial que “no debe ser leído como una novela”. Para escribir la crónica lírica de su deriva existencial, Lila Siegrist explora cócteles más o menos explosivos de fluidos, experiencias y lenguajes. Relee humanidad como flora y fauna; navega dos ciudades como naturaleza, y vive para contarlo con asombro inocente y humor patibulario. No sólo le puso el cuerpo a unas islas y a un río sino a los cuatro tomos de la primera edición en español del Voyage dans l’Amerique Meridionale, de Alcide D’Orbigny; a la Oda al Paraná (1801), de Manuel de Lavardén; a Pampa, de Fausto Hernández, y a dos obras de Marcos Sastre. Esa cartografía de lecturas le hace de mapa a su zambullirse en el Delta del Litoral. Frágiles opalinas de presentación reunidas en la noche careta de la urbe se deshacen en esas aguas. Citas sin firma amojonan estos fragmentos unidos por la idea de “cargar en verso todo lo que aparezca” para construir “el paisaje de volver”.