Como después de un estruendo en el que repentinamente todo cambia, Federico Tinelli propone reorganizar el mundo desde la observación y la calma. Es por esto que En el vacío azul es un libro particular: aquí el yo poético decide dejar hablar a los objetos, a los pasillos y a las paredes descascaradas para entender en su eco lo que tienen para contarnos. La poesía, entonces, se encuentra en ese recorte del tiempo que logra compaginar los cristales que cayeron y su disonancia con el ambiente. En el vacío surgen preguntas: “¿Qué es lo último que vemos/ antes de empezar a oír?” “¿Habrá lugar para el amor/ en la excitación de lo mudo?”
Aquí la sutileza es todo: “Las señales silenciosas/ no deben ser eclipsadas/ por el impacto de un clamor”. Si lo que antecede y lo que llegará es el silencio, el presente es la música de la poesía de Federico Tinelli que, envuelta en el color de la melancolía, redobla la apuesta y afirma que todo, absolutamente todo, puede romperse y sin embargo, resonar infinitamente.