Una noticia policial induce al narrador a restaurar parte de su pasado junto con una gran barra de amigos en la Montevideo de los noventa. El Oso, uno de ellos, es el responsable de la tragedia.
A medida que la memoria avanza, lo que aparece como clima de época es mucho más que un escenario, es “lo uruguayo” y también el neoliberalismo, un cúmulo de preocupaciones –de a ratos muy bien disimulado con humor– que este grupo de amigos llevará con ellos más allá de la ciudad, más allá de la noche, en un verano en el mar o en un viaje a Córdoba, pequeñas epopeyas emotivas que brillan con la imaginación narrativa de Diego Recoba.
Bastante más que un personaje problemático, a veces repulsivo, el Oso es un síntoma de una generación en plena disputa de sentidos.